De acuerdo con la tradición Roma se
fundó en el año 753 a.C.,
pero sus orígenes fueron muy cuestionados, pues la
historia de esa época es una mezcla de leyenda,
mitología y realidad.
La Leyenda cuenta que Rómulo
trazó un surco con un arado delimitando los
márgenes del primer núcleo de la ciudad y
mató a su hermano Remo por
haberse atrevido éste a traspasar esos límites.
La Mitología
nos
cuenta que Rea Silvia era hija del rey
Numitor de Alba Longa, que fue desposeído del trono por su
hermano Amulio, convirtiéndose ella en una sacerdotisa
vestal. Durante un profundo sueño, mientras se refrescaba,
el dios Marte la poseyó, por lo que quedó
embarazada. Tuvo dos hijos gemelos,
Rómulo y Remo, que fueron abandonados en el
río Tíber. Ambos fueron
amamantados por una loba hasta que los
recogió un pastor de nombre Fáustulo que los
crió. Cuando fueron adultos fueron informados de su historia
por lo que regresaron a Alba Longa, mataron a Amulio y liberaron a su
abuelo Numitor. Ambos se propusieron edificar una nueva ciudad en el
mismo lugar en el que fueron encontrados por la loba. Rómulo
con la ayuda de una vaca y un toro blanco usó un arado para
trazar los límites de la ciudad. Remo sobrepasó
dichos límites violando la muralla, lo cual era una especie
de sacrilegio, pues la muralla se trazaba desde el primer momento para
ser inviolable. Y de acuerdo con la tradición,
Rómulo lo mató a espada, para que los dioses no
permitieran que en el futuro la muralla fuese violada de nuevo.
Se supone que entre los
siglos X y VII a.C.
Italia central estaba poblada por los dos grupos principales en que se
dividían los itálicos: los
osco-umbros y los latinos. Los latinos desarrollaron una
sociedad organizada, la cual fue la principal fuente de la
población romana. Los latinos originalmente se quedaron en
los Montes Albanos distantes unos 30 u 80 km al sudeste del monte
Capitolino. Luego bajaron hacia los valles los cuales
ofrecían mejores tierras para la agricultura y la
ganadería. Las zonas inmediatas al río eran muy
favorables y además ofrecían recursos
estratégicos notables, ya que el río formaba una
frontera natural por un lado, mientras que los montes daban un
resguardo defensivo del otro. Se supone que el desarrollo del
asentamiento comenzó con diferentes poblaciones separadas,
situadas en los montes, las cuales se unieron para formar Roma.
Cuando
los núcleos latinos que habitaban las
colinas del Quirinal, Esquilino y Celio se fusionaron con los del
Palatino, fortificaron el recinto habitado, y así se
inició la primera fase de la Roma antigua hacia el siglo
VIII a.C. (Roma Quadrata). Durante una segunda fase el
perímetro de la ciudad se extendió por el monte
Capitolino y por un pequeño valle que lo separaba del
Palatino (allí se emplazó el Foro romano).
Descubrimientos recientes revelan que sobre la parte norte del Palatino
se ubicaba el lugar de un pueblo del siglo IX a. C. con viviendas
circulares o elípticas. Estaba protegido por una cerca
reforzada con madera, y es probable que este sitio fuera donde
verdaderamente se fundó Roma. Al emplazamiento primitivo
sobre el Palatino se unen las colinas restantes: la Viminal y el
Aventino. Roma se había
convertido ya de forma paulatina en el "septimontium",
la ciudad de las siete colinas.